Cuando uno lanza un mensaje en una botella al mar no debería
esperar respuesta. Es posible que el cine o la literatura nos hayan hecho creer
que fuerzas naturales inexplicables, el destino o circunloquios varios pueden
devolver otra botella con la vuelta del mensaje original. La realidad es bien
diferente. De hecho, hay no pocas anécdotas que relatan cómo algunos mensajes
acabaron encontrándose décadas después a unos pocos centenares de metros de
donde se habían lanzado. El correo electrónico puede estar salvando a este
planeta de una explotación de papel y contaminación por vidrio vertido al mar.
¿A que viene esto? Pues bien, creo que escribir un libro y publicarlo es uno
poco ese mismo ejercicio. Lo he lanzado y en el mar está. Espero que no de la
impresión de que contamino. O, en todo caso, que Se traspasa se llegue a considerar una contaminación positiva.
Tengo claro que no puedo estar demasiado pendiente del resultado porque tengo
otras metas. En el siguiente post os hablaré de cómo escribir novela erótica me
ha llevado por casualidad a un relato pseudo-erótico muy interesante.
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